De él se perdió toda pista hace largo tiempo. Es, entre los futbolistas del Barcelona SC vencedor de Estudiantes, por la ronda de semifinales de la Copa Libertadores de 1971, del que menos noticias se conocían. Es uno de los héroes de la hazaña de La Plata, porque reemplazó a Miguel Ángel Coronel en los minutos finales y eso le aseguró un lugar en la historia canaria. Medio siglo después de ese memorable partido, el exdelantero hizo una aclaración cuando este Diario lo visitó en Esmeraldas: “Mi nombre se escribe con hache. Así consta en mi partida de nacimiento, cédula y pasaporte. Siempre lo escribieron mal (en los periódicos, en su época de puntero), con A”. Es Handerson Hurtado, de 76 años.

Handerson Hurtado en su época como jugador de Barcelona SC. Foto: Archivo EL UNIVERSO.

¿Por qué se hizo futbolista?

Es algo que llevo en la sangre, el fútbol ha pasado de generación en generación en mi familia.

¿Dónde se inició?

En el Atlético Astral, de Esmeraldas, hasta que me gradué en el colegio Luis Tello (1964) y salí a Guayaquil, a probar suerte. No había trabajo en mi ciudad, la economía era muy pobre y debía buscar otros horizontes. Llegué a Durán y jugué en Ferroviarios 1966, cuando lo dirigía Carmelo Galarza.

¿Cómo se une a Barcelona?

Destaqué en Ferroviarios y Galo Roggiero, presidente de Barcelona, compró mi pase en 10.000 sucres, en 1967. También me ayudó Ramón Unamuno.

¿Cuánto tiempo fue canario?

Jugué ahí de 1967 a 1971.

¿Siempre estuvo en el primer equipo del cuadro torero?

No. Pasé un año únicamente entrenando (1967). Ser titular era muy difícil por la calidad de los jugadores que había.

¿A qué compañeros de su época en Barcelona recuerda?

A Vicente Lecaro, Luciano Macías, Alfonso Quijano, Ángel Macías, Miguel Bustamante, Walter Cárdenas, Raúl Noriega, Gerson, Everaldo, Félix Lasso, Moacyr Pinto, Pedro Álvarez, Washington Muñoz, Reeves Patterson, Jorge Phoyú, Luis Alberto Alayón, entre otros.

¿Por qué se retiró temporalmente de Barcelona?

No me daban chance para jugar. Me fui a trabajar como soldador en unos talleres navales de Simón Cañarte Barbero, frente a la Cervecería, en 1967. Laboraba media jornada y el otro medio día entrenaba. En 1971 me retiré del trabajo porque ya no me daban tiempo en Barcelona.

Handerson Hurtado en Ferroviarios, en 1966. Foto: Archivo EL UNIVERSO.

¿Es verdad que usted era buscado por los militares?

Sí. No había hecho la conscripción, con otros compañeros de Barcelona, y los militares nos buscaban para llevarnos y hacernos jugar en El Nacional. Nos escondió Roggiero.

¿De qué jugaba usted?

Era puntero. Había dos monstruos como Mario Canario Espinoza y Washington Muñoz. Yo alternaba por izquierda o derecha. Cuando retorné a Barcelona, en 1968, siempre me tomaron en cuenta entre los 17. Me caracterizaba por mi rapidez y fui uno de los jugadores más veloces en esos momentos.

¿Partidos inolvidables?

En 1968 debuté con Barcelona ante Liga de Quito, en el estadio Modelo, y ganamos 1-0; y en 1969, en un Clásico del Astillero hice bailar a José Romanelly, que era fuerte en la marca.

¿El mejor gol de su vida?

Los cuatro hijos que tengo.

¿Qué recuerda de La Hazaña de La Plata, en 1971?

Sabíamos que íbamos a enfrentar al mejor equipo de América. La prensa argentina nos minimizó, dijeron que éramos equipo de pueblo. Cuando íbamos a entrenar nos decían eso.

¿Y fue tranquilo el arribo al estadio de Estudiantes, entonces tricampeón de América?

No. Las piernas me temblaban; la gente gritaba en un estadio pequeño. El técnico Otto Vieira sabía la calidad de jugadores que tenía Barcelona, los mejores del Ecuador. Fue clave la experiencia de Alberto Spencer y Jorge Bolaños, que no tomaban en cuenta la presión. El gol (de Juan Manuel Bazurko) llegó en un descuido; el estadio se caía. Nos insultaban. Yo entré al cambio por Coronel, y el profesor me dijo: “No subas mucho porque eres muy rápido y vamos a defender el resultado”. Nos bombardearon con remates y no pudieron empatar. El estadio se quedó en silencio. Fue como tocar el cielo con las manos, porque vencimos a un rival que tenía a Juan Ramón Verón, que era una figura. Al regresar había algarabía en Ecuador, la gente estaba muy contenta porque se hizo historia. En ese partido tapó Jorge Phoyú porque el titular, Luis Alberto Alayón, fue castigado por llegar tarde a la concentración luego de recibir permiso para salir del hotel.

¿Cuánto ganaba al mes?

Empecé con 800 sucres y terminé con 2.400 más las primas, si jugaba. Si estuviera activo en esta época sería millonario.

¿Qué consejo les da a los futbolistas actuales?

Deben tener un as bajo la manga, porque vivir del fútbol, muchas veces, es una fantasía. (D)

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